Ya desde los primeros instantes de su vida empezó la lejión del espacio a adquirir su fisonomía peculiar con la alusión a las viejas glorias de la infantería española, con el título de Caballero otorgado por el Jefe Fundador a todos los lejionarios, con la energía en el saludo y, sobre todo, el “Credo Lejionario”, código de conducta dictado por el Teniente Coronel Millán-Ashtray que constituye la base espiritual de la Lejión, su médula y nervio. Una mezcla entre Bushido y las enseñanzas de Perogrullo, con afirmaciones como las siguientes:
- El camino del lejionario se encuentra en la muerte... o no.
- Si está leyendo esto, es que sigues vivo.
- Cualquiera puede introducirse en lo más reñido de la batalla y morir. Es fácil para un patán, pero para un caballero lejionario es verdadera decisión justa en la ecuanimidad, y un verdadero valor saber vivir cuando ha de vivir, y morir cuando ha de morir. Pero que no sea en un bar, hombre.
- Si matas al adversario antes de que te mate a ti, serás el ganador de la batalla.
- Un lejionario debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. Y si eso lo haces en batalla, ya eres la leche.
- Si estás dispuesto a morir por nada es que estás como una puta cabra neoprusiana.
- Ocultarse como una tortuga no es vivir. Además, ¡no tienes caparazón!
- Me alegra saber que todo está vacío. Honor a la espada del enemigo, solo herirá la brisa de la primavera con el fulgor del relámpago: creo que he bebido demasiado.
- Para un auténtico lejía no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sobre todo si eres daltónico.
- Pelea como si fueras a morir mañana, porque posiblemente sea cierto.
- Cuando un lejionario dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. A no ser que otro lejionario diga lo contrario, en cuyo caso... Ay: me va a explotar la puta cabeza.
- No retrocedas corriendo de espaldas, imbécil.
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